miércoles, 26 de agosto de 2009

Retos del Periodismo en Venezuela. De cara a la gente

Reflexiones de:
Arnaldo Espinoza
Elisa Vásquez

Introducción

El siguiente trabajo presenta una perspectiva teórico-práctica sobre la situación actual de los medios de comunicación en Venzuela, su relación con la ciudadanía, y los retos que deben afrontar para servir verdaderamente al progreso del país.
El enfoque de la construcción de estas metas parte de la idea de que el ciudadano necesita intentar nuevos mecanismos de participación democrática, cambios que pueden ser profundamente incentivados por los medios de comunicación, principalmente a través de la transformación de la óptica que se ha heredado de la forma clásica de hacer noticia.
Se puede decir que el país necesita que la idea importada de medios de comunicación se adapte por una vez a sus características y necesidades propias.
Este análisis y propuesta, realizado por estudiantes, parte de la observación continua, a lo largo de cuatro anos de carrera, del descentramiento que tiene el ciudadano sobre su realidad más próxima, y la continua inmersión en la representación que los medios sobre la situación política del país.
Esta situación ha devenido en una distancia preocupante de las personas por aquellas cosas que está en sus manos resolver, o por lo menos trabajar en búsqueda de sus soluciones. Y se ha diagnosticado esta situación, ya que siendo estudiantes se ha logrado obtener un acercamiento mayor a formas distintas de hacer periodismo, de las cuales, los medios tradicionales pueden nutrirse para prestar a Venezuela una mejor calidad de información.

Palabras clave
Deliberación
Polarización
Ciudadanía
Medios de Comunicación
Agenda-setting
Situación actual y papel de los medios (Una especie de diagnóstico de los autores)
Si hay algo seguro sobre los medios de comunicación venezolanos de hoy día es que han tomado posiciones políticas a favor de tendencias polarizadas. La diversidad de voces en torno a todos los aspectos de la vida social del venezolano que debería copar los espacios de los medios de comunicación ha sido abandonada para darle el trono al tema político, especialmente desde la perspectiva parcial de cada línea editorial. Sin embargo existen excepciones plausibles - las cuales sería grosero evadir- que pueden servir de ejemplo para el comienzo de un cambio general en el papel de los medios de comunicación.
Pero, ¿qué ocurre cuando sólo se ve continuamente a dos tipos de tendencias? Generalmente la ciudadanía se olvida de la variedad de posiciones que puede tomar con respecto a distintos temas que respectan al ejercicio cívico, sobretodo cuando se habla de una ciudadanía con características tan peculiares como la venezolana, tema en el cual se ahondará más adelante.
Dentro de esta situación, temas tan importantes como la cultura, el afianzamiento de la identidad nacional, la eduación en valores, y todos los hechos que unen a la ciudadanía, han sido olvidados. Esto no es un fenómeno actual, se podría decir que desde finales del siglo pasado, sobretodo la televisión, ha dejado a un lado su rol de ejemplo social, y la importancia que ha cobrado como líder en la familia y la sociedad, para dar paso al reforzamiento de la marginalidad y la baja autoestima del venezolano.
Cuando las agendas mediáticas se colocan estas gríngolas los ciudadanos no ven representadas sus voces. No ven que nadie atienda sus problemas locales, es decir, las situaciones más próximas al convivir cotidiano, que con un Estado colapsado, parece que nadie puede solucionar. María Cristina de la Fuente Álvarez, explica en Periodismo cívico o público (2000), que "la prensa es uno de los participantes en nuestra vida nacional. Sufre cuando se deteriora la calidad de la vida pública. Y cuando se deteriora la calidad del desempeño de la prensa (...) también sufre la vida pública"(p. 191)
Pareciera entonces que en el medio de esta situación recíproca, los ciudadanos se olvidan de la necesidad de resolver sus problemas, y la atención permanece dirigida a un espectáculo confuso y lejano como lo es el escenario político, que al fin y al cabo puede no tener una trascendencia social de importancia cuando las bases de una sociedad parecieran sucumbir.
En todo este embrollo cada ciudadano se aisla en su entorno más privado. La psicóloga Yorelis Acosta, especializada en violencia política, explicó en entrevista telefónica, que el miedo a actuar ante situaciones que el ciudadano no puede resolver por sus propios medios (como la inseguridad), hace que los espacios naturales de participación y discusión se aniquilen, ya que la mayoría de los individuos se esconden en casa a hacer vida en el ámbito más intimo o a refugiarse en actividades de entretenimiento que, aunque necesarias, no contribuirán a mejorar ciertos problemas.
Ante todo esto, los medios no ayudan a generar un espacio de participación entre las personas, sino a estancarse en lo que es la "actualidad", comentar sobre ello y dejar a las informaciones flotando en una atmósfera indefinida e infinita.
En materia de información ciudadana, los medios utilizan un acercamiento cauto, tan sutil como aislado. Al respecto, Federico Álvarez, citado por Hugo Zemelman, alerta en su libro La información contemporánea."La tendencia a eliminar todo lo que sea conflictivo(...) ha creado vacíos y deformaciones en la información contemporánea. En efecto, ha impuesto un predominio de lo pintoresco, de lo insustancial, sobre los problemas verdaderamente significativos" (1978;p.62)
¿Cuáles son las carencias de la ciudadanía que los medios puede satisfacer?
Existen carencias que los medios de comunicación pueden saciar en la sociedad en la que funcionan sin tomar parte en las situaciones. María Cristina de la Fuente asegura que "la prensa puede hacer más (...) para incorporar a la gente como ciudadanos, para mejorar el debate público para ayudar a las comunidades a resolver problemas y para ayudar al país en la búsqueda de una vida pública que funcione" (p.192)
Y esto es necesario cuando se vive en una sociedad de individuos aislados sin motivación para la participación en la búsqueda de soluciones. Es urgente la construcción de lo que Julia Barragán llama un lenguaje de cooperación. En su texo La Aldea era una fiesta (1996), Barragán explica que estye concepto se caracteriza "en primer lugar por la disposición de los miembros de un colectivo a utilizar estrategias conjuntas en la solución de sus problemas comunes, considerando que las mismas son capaces de potenciar los recursos individuales aplicables a cada asunto público" (p.19).
Puede parecer que es un camino largo el de construir las vías democráticas con sus respectivos espacios de discusión, pero como asegura Barragan, el hecho de que exista el lugar de debate, genera de por si una solución democrática a los problemas (p.18).
Y cuando se habla de democracia y medios es primordial hablar de estos espacios de deliberación y encuentro necesarios para la búsqueda de propuestas en sociedad, ya que normalmente se piensa que la principal manera de expresar las decisiones ciudadanas es el voto. ¿Pero qué hay detrás de él?
En la Venezuela de la última década se han vivido numerosos procesos electorales, y aún así, sectores nacionales e internacionales denuncian la inexistencia de una democracia. ¿Por qué? Sencillamente porque los espacios de construcción pública no están funcionando de manera eficaz ni productiva. Ya lo decía Amartya Sen en su texto El Ejercicio de la Razón Pública (2004).
el voto es sólo un medio (...) para hacer efectivo el debate público, siempre y cuando la oportunidad de votar se combine con la oportunidad de hablar y escuchar sin temor alguno. La fuerza y el alcance de las elecciones dependen en gran medida de la posibilidad del debate público abierto. (p.13)
Quizás esto explica la disconformidad que existe por los resultados electorales en nuestro país. Mientras un estilo de vida se valida, y otro se rechaza, el gobierno y la ciudadanía no puede trabajar en conjunto, por lo que ese debate tan primordial queda resignado a la afirmación de un sector.
Mediante el respeto y la construcción de estos sistemas abiertos (nacidos de la libertad de expresión) se valora y se valida la diversidad de opiniones y visiones de la sociedad. Mientras todos sean aceptados en la construcción de lo público como ciudadanos con voz y voto, el lenguaje de cooperación del que habla Julia Barragán tendrá incluido tanto a mayorías como minorías.
Joseph Raz asegura en La Ética en el ámbito público (FECHA OJO!) que especialmente en las sociedades contemporáneas la validación de los estilos de vida diversos cobra suma importancia debido al factor del "anonimato urbano" y el "pluralismo cultural y ético"(p.169). Por esto es de gran relevancia que los ciudadanos puedan verse representados en los medios de comunicación, ya que estos, como entes de representación de la realidad, deberían mostrar la existencia de todos los grupos que hacen vida.
Raz explica que las personas necesitan sentir que la manera en la que deciden vivir está valorada en la su sociedad. "También dependen de que se encuentren reflejadas en los medios de comunición para tener un sentido de su propia legitimidad, para sentir que sus problemas no constituyen desviaciones anormales" (p.168), explica Raz.
Lo curioso, es que el venezolano no aparece en ningún lugar de la pantalla, de la página, o del programa radial, ya que autoexcluye su estilo de vida. Ya decía Manuel Barroso en su libro Autoestima del Venezolano (1991) que el ciudadano es un marginal.
Marginal quiere decir al margen, no necesariamente en lo socio-económico sino en la marginalidad más aberrante que es la de haber perdido la conciencia de sí, vivir en su no-experiencia, sin definición de si mismo. Carecemos de las estructuras fundamentales. El modelaje y la identificación han quedado contaminados y sin fuerza en manos de la mujer. Más tiene que ver en la identificación del venezolano la TV o la cachifa que los mismos padres. (p.6)
Barroso diagnostica en el venezolano un enorme desarraigo sobre lo propio, "es ese ubicarse con una filosofía de vida ajena a sí, distante del otro, encerrada." (p.6), situación que explica enormemente el desinterés por generar los espacios de discusión y construcción de los cuales se hablaba arriba.
Mientras tanto, la televisión se encarga de criar a los niños, expuestos al sexismo, la violencia y el reforzamiento de la marginalidad propia. Barroso explica que los límites entre lo público y lo privado han sido derribados con el pretexto de informar, abusando de las imagenes y las situaciones de violencia, donde se enseña "que la vida ajena, vale poco" (p.7). También asevera en su texto que existe un recelo sobre el conocimiento de las verdades, ya sea cuando se habla de relaciones interpersonales o de relaciones como las de un periodista con su lector. "En el fondo se descalifica la capacidad del venezolano para entender y manejar cualquier información. Mentimos porque no sabemos como enfrentarnos a las consecuencias de la verdad. Se pretenden poner en marcha reajustes con un pueblo desinformado" (p.8).
Esto describe una enorma carencia de la ciudadanía por una imagen propia, por un concepto respetable sobre si mismo, y más aún, sobre su futuro. Es normal entonces que no existan iniciativas profundas desde los grupos sociales para mejorar situaciones que los afectan, ya que no existe una valoración sobre el otro, sobre sus diferencias.
Por supuesto, la cultura nacional deja de tener valor para ser denigrada como se denigra del mismo venezolano.
¿Cómo ayudan o destruyen los medios a crear los espacios públicos de deliberación?

La polarización política que vive el país se ve magnificada en el papel que han tomado los medios de comunicación. En momentos donde todo es “blanco” o “negro”, las distintas informaciones que se hacen llegar al público igualmente se tiñen de ese carácter beligerante. Es así como llegamos al punto de tener televisoras “oficialistas” (Venezolana de Televisión), “opositoras” (Globovisión) y, dentro del espectro radioléctrico pero fuera del radar informativo, plantas “ni-ni” (Venevisión, Televen).

En su trabajo Sobre la importancia de las realidades que se ocultan (1994), Hugo Zemelman señala que el sesgo noticioso eventualmente impacta el carácter del comunicador social, pues al dar a conocer una sola cara de la realidad, termina por aceptarla como verdad única, sin posibilidad de reconocer otras opciones. Igualmente, se abandona la reflexión de los hechos que se cubren, se aisla la verdad y se da paso a una ideología que permite trabajar con “un mínimo de conciencia, una mínima aspiración, un mínimo deseo, lo mínimo de todo: por lo tanto la mínima presión social”.

¿Qué elemento ha sido clave para la construcción de espacios públicos, especialmente en la última década? Los medios de comunicación. En Venezuela, esta afirmación se ve aún más apoyada en la prominente acción política que han tomado tratando de informar, generalmente, mediante la deformación de la información: Cualquier hecho noticioso, por positivo que sea, que vaya en contra de la bandera ideológica que tiene la línea editorial del canal, será resaltado como negativo, o simplemente dejado de lado para ensalzar los hechos de su bando.

Es allí donde viejos conceptos de la teoría de la comunicación han entrado en juego en esta década: Agenda Setting y Gatekeeping. Según McCombs y Shaw, los medios proporcionan algo más que un cierto número de noticias. Proporcionan también las categorías en las que los destinatarios pueden fácilmente colocarlas de forma significativa” (1979; p.103).

Esta práctica se ha maximizado en la Venezuela del “Socialismo del Siglo XXI”: Los canales oficiales sólo se limitan a difundir noticias positivas del gobierno, mientras satanizan las acciones de la oposición. Por otro lado, los canales cuya línea editorial es diametralmente opuestas utliizan la práctica a la inversa. Si bien es cierto que existen medios que mantienen el balance informativo, su presencia en la esfera general de la comunicación en Venezuela es limitada, pues la mayor parte de la población quiere “consumir” política y no la buscan en medios balanceados.

Según el informe Los contenidos de opinión e información electoral en medios de comunicación social nacionales y regionales: Referendum enmienda constitucional, Venezuela 2009, el Observatorio Global de Medios ratifica este hecho: El Nacional y el Diari Vea en impreso y Venezolana de Televisión y Globovisión en audiovisual, fueron los medios con menor equilibrio informativo en la cobertura de la última diatriba electoral. Por otro lado, Últimas Noticias y Televen resalataron como los medios más balanceados, pero su poder es limitado: aunque UN es el diario más leído en el país, su línea editorial se concentra en la ciudadanía –lo cual es periodísticamente correcto en cualquier otro país del mundo-, y Televen es conocido como un canal de entretenimiento, con sólo tres emisiones de informativos al día.

Una posible explicación psicológica al fenómeno se puede encontrar en el trabajo de la filósofa húngara Agnes Heller, quien definió como “bloqueo histórico” a la imposibilidad de conferir sentido a un discurso diferente al dominante:

“El argumento consiste en afirmar que lo único viable es lo dominante. Esto es, que carece de sentido plantearse un discurso alternativo, porque la realidad se agota en el discurso existente, que no es otro que el de dominación (…) conformando una subjetividad social más homogeneizada por el discurso del poder” (Citada por Zemelman, 1994;14)

Es evidente que el argumento del “bloqueo histórico” se aplica fácilmente a la política informativa del Estado: en la última década pasó de tener 3 medios de comunicación a más de 200, incluyendo emisoras comunitarias, y todas divulgan el mismo discurso: antiimperialista, socialista y revolucionario. Sin embargo, el mismo análisis podría ser válido del otro lado del espectro: Si la línea editorial del gobierno sirve para aferrarse al poder político, la de los medios de oposición tendría como objetivo asirse al monopolio económico que han sustentado durante medio siglo.

¿Quién sale perdiendo en esta disyuntiva? La población y los problemas del día a día, que pierden cobertura informativa en favor de la pelea a nivel político. Al respecto, plantea Fernando Savater en su libro Ética y Ciudadanía. “Los periodistas deberían tener el propósito de no olvidar los verdaderos problemas y no de ocuparse sólo de la novedad por la necesidad del titular. Hay muchos males que, desgraciadamente, no pasan de moda” (1998;p.12).

¿Cómo deberían funcionar? Bajo qué estrategias fomentar estos espacios?
Esta claro, hasta ahora, que existe la necesidad de que los ciudadanos sientan que la construcción de un lenguaje cooperativo trae beneficios individuales que no se podrían alcanzar sin la organización social participativa, y es en este momento que los medios tienen que jugar un papel de motivación, de incentivo a los caminos de comunicación correctos, que ayuden a generar espacios democráticos de construcción pública.
Es importante resaltar que este rol de los medios debe apuntar al incentivo, la orientación y el ejemplo social. Mireya Lozada, investigadora del Instituto de Psicología de la Universidad Central de Venezuela, explica en la resena realizada por Luisa Torrealba, "Hay que descentrar el rol de los medios de la construcción de la ciudadanía" (2004), que los medios no pueden ser los únicos responsables de construir esta ciudadanía.
La visibilidad de los medios y de lo que ellos muestran, sobre lo que está pasando, induce a que se les hagan exigencias, en algunos asuntos, como la construcción de la ciudadanía. Y se va dejando de lado la responsabilidad que tienen otras instituciones como las universidades, la familia y la educación en general, que deberían cumplir ese papel y podrían contrarrestar la información nociva o pejudicial que se pudiera estar transmitiendo a través de los grandes medios. (p.64)
Por esto, el rol de los medios no es decirle a la gente cómo debe comportarse, ni mucho menos dar lecciones de ciudadanía. La meta es mostrar desde una óptica informativa distinta, más cercana y más centrada en las personas comunes, la realidad. La idea es servir de medio entre las partes, funcionar como puente de comunicación entre actores, separarse de la manera tradicional de presentar la noticia para ver quienes viven detrás de ella, quienes la sufren o quienes la celebran.
Ya lo decía María Cristina de la Fuente Álvarez en Periodismo Cívico o Público (2000) cuando asoma nuevas maneras de abordar la información.
Lo que permite que la vida público marche bien, lo que alienta a la gente a encontrar intereses comunes y trabajo común, lo que saca a relucir nuestro deseo latente de entendernos unos a otros, es otra clase de política que necesita verse y oírse, junto con las narraciones acostumbradas de dinero, poder y manipulación. (p.195)
El periodismo venezolano tiene que perder la costumbre de levantarse en la manana, asistir a las pautas y terminar el día con una cola de informaciones que se pierden en la vaguedad de su importancia social. Esto parte de aprender y cultivar en los periodistas la cultura de la investigación y el largo plazo, algo que según Manuel Barroso no tiene el venezolano común, que se rige por la inmediatez de las ganancias y no cultiva ni sus propias amistades (p.6).
Y como explica de la Fuente Álvarez, "el periodismo puede hacer todo esto sin apartarse de su misión central de informar y de ilustrar, sin renunciar a su importante papel de vigilante crítico, sin aburrirnos con lecciones cívicas o presentarse a si mismo grandilocuentemente como la cura de todos nuestros males"(p.196)
Esta propuesta es fácilmente aplicable a la realidad venezolana, llena de pequenos problemas locales, muchos a causa de grandes problemas nacionales o mundiales, pero que encuentran su solución en el diálogo y la organización de los pueblos. Y sin embargo, es asombroso que la prensa, la radio y la televisión no hayan encontrado en el ciudadano una fuente de posiblidades, expresiones, preocupaciones y soluciones, las cuales, al fin y al cabo, nacen de las mismas personas que viven la experiencia particular.
De esta misma forma, es necesario retratar la multiplicidad de voces, opiniones y propuestas para servir como conector a quienes pueden solucionar problemas particulares, ya hablemos de organizaciones, consejos comunales, gobiernos, etcétera. Ante la difuminación de las identidades parece difícil poner nombre y apellido a algunos problemas, pero el mismo trabajo en equipo y de investigación que debe estar en manos de los periodistas ayuda a enlazar a los actores en la construcción de un diálogo.
Puede sonar muy abstracto y teórico alcanzar este ideal, pero el primer paso para alcanzarlo es darle la relevancia que se merece al ciudadano, ya sea en la pantalla, en el papel o en la radio. Darle protagonismo a los temas relacionados a él y cambiar el uso de las fuentes tradicionales a la fuente del ciudadano de a pie fomenta el encuentro del que tanto se ha hablado, el incentivo al diálogo y a la participación, además del estímulo al público, ya que se ha comprobado que la gente se relaciona más con historias humanas, de personas similares con las que se puede generar empatía.

El tema de internet cobra aquí especial importancia. En los últimos anos se ha visto la proliferación de blogs y de páginas informativas que funcionan a través de la colaboración de los ciudadanos, espacios en los cuáles se ha retratado de una manera menos profesional las preocupaciones, reclamos, testimonio y propuestas de comunidades, o del país.
Pero no sólo se debe hablar de las propuestas puntuales que nacen dentro de la comunidad virtual, también es necesario analizar su alcance: la blogósfera venezolana se ha armado de herramientas para difundir su mensaje de denuncia dentro y fuera de la web. El mouth to mouth de Twitter replica las colas de Caracas, por Facebook se protesta el cierre del Ateneo y en Flicker se pueden ver álbumes enteros de la situación de Vargas post-1999.
Se convierte entonces en un mensaje universal. Cualquier persona con capacidad de conectarse al internet puede ver, oir o leer la problemática venezolana en línea.
Esto es un aspecto que se debe celebrar, ya que es muestra de la existencia de iniciativas participativas, sin embargo hay que analizar el alcance y la intensidad que puedan tener estas nuevas tendencias en una población mayoritariamente pobre, como la venezolana, alejada del manejo de las nuevas tecnologías.
Aunque los medios alternativos parecen ser una solución ante el sesgo de los medios de comunicación tradicionales, hay que cuestionar su efectividad ante las condiciones dadas. Hay que aceptar la popularidad que aún tienen los medios de siempre en este país.
Dentro de los nuevos retos de la empresa comunicacional se encuentra el tema de retomar una identidad nacional respetable y respetada por los ciudadanos. La alta influencia de la pantalla la obliga a retomar cierta función educativa ante la grosería que ha cometido frente a los venezolanos.
Los símbolos, la historia y la cultura folklórica, propia del venezolano se encuentra diluida en el mar de "tendencias" que se muestran en la pantalla, los diarios y las vallas, cuando debería formar parte de la construcción de un espacio público formal, la educación y autoestima del venezolano. Hace falta que los individuos se respeten y se sientan miembros de una cultura para verse en la necesidad de conectarse con sus vecinos.

Ciudadanos con liderazgo editorial

Una reflexión que vale la pena realizar es el papel que tienen los ciudadanos en la conformación de las agendas mediáticas, si se toma como idea principal que los medios eligen qué informaciones colocar de acuerdo a los intereses comerciales de los públicos. Mientras a los compradores de medios les sigan pareciendo atractivas e importantes las informaciones vacías a las cuales están acostumbrados, no habrá manera de exigir a los medios de comunicación, de una manera contundente, un trabajo de mayor calidad y profundidad. Algunos pasos se han dado en esa dirección: la sección Superbarrios, de Últimas Noticias, y el Radar de los barrios de Globovisión, se enfocan exclusivamente en la problemática ciudadana de los sectores de menores recursos. No obstante, dos espacios no son suficientes para abarcar las situaciones que padecen estas comunidades.

Además, este tipo de programas se tratan como secciones especiales y no como parte de la información cotidiana que se maneja diariamente en los medios. Es tiempo de acercarse al otro, de descubrir y conquistar la realidad social. Es tiempo de ver y oír las voces del pueblo, de reflejarlas en tinta y la pantalla, construir significados para construir sociedad.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Barragán, J. (1996) La Aldea era una fiesta. En: Papel Político. Número 3. pp. 7-28.

De la Fuente Álvarez, M. (2000) Periodismo cívico o público. En: Historia de Comunicación Social. Número 5, pp.189-202.

Miralles, Ana María (S.F.) La construcción de lo público desde el periodismo cívico. En línea. http://74.125.95.132/search?q=cache:SQJd_Q60Q2AJ:www.infoamerica.org/documentos_word/rosen01.doc+infoamerica+la+construcci%C3%B3n+de+lo+p%C3%BAblico+desde+el+periodismo+civico&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=ve (Consulta, 2007, febrero 23)

Raz, J. (1994) La ética en el ámbito público. Editorial Gedisa. Barcelona

Sen, A. (2004) El Ejercicio de la razón público. En: Letras libres. Mayo, pp. 12.

Torrealba, L. (2004) Mireya Lozada: “Hay que descentrar el rol de los medios en la construcción de la ciudadanía”. En: Comunicación. Número 126. II trimestre, pp. 64-67.

Barroso, M. (1991). Autoestima del Venezolano.Editorial Galac. Caracas